Por Ernesto González Barnert
En esta entrevista, conversamos con Nicolás Letelier Saelzer (Santiago, 1980), poeta y músico, sobre su más reciente publicación, Habitaciones parcialmente destruidas (2023). Letelier es autor de los libros Violencia barroca (2010), Al sol invicto (2014), y La salvaje perspectiva (2020), en los que su lírica ha explorado desde lo visceral hasta lo luminoso. A lo largo de su obra, Letelier ha ido simplificando su escritura, buscando un estilo más depurado y directo, en el que el sonido y el ritmo juegan un papel esencial, algo influido por su experiencia en la música. Ha formado parte de los proyectos musicales Puta Marlon, Ya se Fueron y Encontraron su Cabeza, lo que añade una dimensión sonora y rítmica a su poesía, conectando ambos mundos creativos. Su trabajo como librero en Santiago también le ha brindado una perspectiva única sobre el panorama literario contemporáneo, desde el auge de las editoriales independientes hasta la evolución de las tendencias culturales y poéticas en Chile. En esta conversación, abordamos la relación entre su poesía, la destrucción, la evolución de su estilo hacia una mayor simplicidad, y cómo todo esto se entrelaza con su proceso creativo, tanto en la escritura como en la música.
–Habitaciones parcialmente destruidas es un título que evoca imágenes de ruina y fragilidad. ¿Cómo surgió este título y qué significado tiene en el contexto de tu obra?
–El título nace de un cuadro, una obra de Paul Klee que se titula Palacio parcialmente destruido. Es una acuarela con tinta donde las figuras se derrumban hacia la parte final del cuadro, produciendo un efecto de pequeño caos dentro de un espacio controlado por formas rectas. El nombre me golpeó y pensé que podía escribir algo a partir del sonido, las palabras y esa imagen.
–El libro parece explorar una idea de destrucción y reconstrucción, tanto en lo personal como en lo colectivo, no lejos del estallido, pandemia, etc. ¿Qué fue lo que te llevó a abordar estas temáticas en este momento de tu vida y carrera?
–Efectivamente, y esto puede ser a un nivel inconsciente, el estallido llevó el nivel de destrucción a una realidad que personalmente no conocía. Vivir y trabajar en el centro de Santiago, a orillas de la Alameda y frente a La Moneda fue una experiencia bastante fuerte. Tengo una constitución nerviosa y mi cabeza se vio bastante asediada. Además, esto parecía no tener fin. Se había transformado en un ritual sacrificial que se activaba
todos los viernes y algunos días entre semana. Luego vino la pandemia y todo desapareció. Con lo terrible que fue a nivel mundial y nacional, yo lo pasé bien; fue uno de los grandes momentos de mi vida. Una especie de vacación dentro de mi pequeño mundo circundante.
–La arquitectura, la historia y los espacios parecen jugar un papel importante en tu poesía, en la manera de abordar la realidad y sacudirla. ¿Cómo percibes la relación entre el espacio físico y el emocional en Habitaciones parcialmente destruidas?
–Sí, hay un poema que está dividido en dos partes, llamado Balcones, que emula lo que es para mí el transitar de mi casa al trabajo, de mi casa al doctor, la ida y el retorno en este corto espacio que va desde el paseo Bulnes al Barrio Lastarria, a veces el casco histórico y sus vueltas. Prácticamente, mi vida. No salgo mucho, cada año que pasa me vuelvo más enclaustrado, por decirlo de alguna manera. Los lugares que habito son los que te acabo de describir, salvo honrosas escapadas a Limache, donde vive mi madre, y las vacaciones al sur. Conozco bastante bien el barrio, su historia, sus diferentes estilos arquitectónicos y cómo conviven en este plano urbano irregular.
–¿Podrías hablarnos del proceso creativo detrás del libro? ¿Fue una obra que concebiste de manera continua o los poemas nacieron de momentos aislados y luego se conectaron entre sí?
–En momentos aislados, como casi todo lo que escribo. No soy para nada metódico. Puedo estar un año sin escribir y otro mes escribir 10 textos. El único proceso creativo que reconozco es el de cortar, unir y pulir lo más posible. Cuando tengo un corpus que me satisface, me dedico a componer el libro y sus secciones. Lo que parte como una idea de libro, al final, queda reducido a la mitad o menos. Además, me gusta hacer libros pequeños.
–En tus trabajos anteriores como Violencia barroca y La salvaje perspectiva, ya habías mostrado un interés en los extremos de la experiencia humana. ¿Cómo crees que Habitaciones parcialmente destruidas dialoga con esas obras anteriores?
–Bueno, es complejo hablar del tema, básicamente porque es el tema. La experiencia humana se muestra de forma clara en sus extremos; no digo con esto que la cotidianidad no sea interesante, lo es y mucho. En este libro trato de trabajar ese nivel de realidad. Lo extremo, para ser honesto, lo he construido más que vivenciado, porque no he vivido guerras, hambrunas, etc. Durante la dictadura, yo era muy niño y mis padres no eran opositores al régimen. Las experiencias crudas las he leído o escuchado, las he aprendido a partir de la historia, el arte, las noticias y las redes sociales. Lo que sí puede influir es lo que te decía sobre mi estructura nerviosa. Cada cierto tiempo sufro de crisis de pánico, y es una experiencia muy terrible con la que tienes que vivir. La idea de volverte loco o perder el control de tus actos te vuelve vulnerable, y vives con la sombra del desarreglo, la destrucción. En ese sentido, siempre hay un hilo en mis obras, porque esa vulnerabilidad es violenta y permea.
–Este último libro fue publicado por Aparte, ¿qué papel juega la editorial en la materialización del libro? ¿Sientes que el proyecto editorial ha influido en cómo este libro se presenta al mundo?
–Claro, Aparte tiene un control sobre sus colecciones, un control que me gusta, su estética en general me agrada. En mi caso, la editorial fue misericordiosa conmigo, me dio total libertad frente al texto final.
–¿Cuáles dirías que son las influencias literarias y poéticas que han nutrido tu escritura en este libro en particular? ¿Sientes que tu relación con esas influencias ha cambiado con el tiempo?
–Las influencias las acumulo, se suman, no reniego de nada. Voy modulando, dependiendo del ánimo y lo que el texto pide. La poesía de Oppen, desde hace un tiempo, tiene una influencia en mi forma de escribir, y últimamente la obra de Robert Lax, que estuve traduciendo. Con el paso del tiempo he tratado de simplificar la escritura, una manera espuria de ese tratamiento directo de la “cosa” del que hablaban los vorticistas.
–En términos de forma y lenguaje, ¿qué diferencias observas entre Habitaciones parcialmente destruidas y tus publicaciones anteriores? ¿Has experimentado con nuevas técnicas o enfoques? ¿Profundizado en ese estilo de verso libre, golpeado y galopante?
–Sí, versos cortos, la palabra como verso y sonido. La caída como estructura, igualmente trato de manejar diferentes ritmos dentro del libro. Me aburre hacer siempre lo mismo.
–La idea del “barroquismo” está presente en algunas de tus obras previas. ¿Continúa esta tendencia en tu nueva poesía, o sientes que te has alejado de esa estética hacia algo más minimalista o abstracto?
–No tanto como forma en mi escritura, diría que como gusto. El barroco me interesa como momento.
–Has sido parte de proyectos musicales como Puta Marlon y Ya se Fueron. ¿De qué manera la música ha influido en tu escritura poética? ¿Crees que ambos mundos se retroalimentan?
–De alguna manera sí, pero son diferentes procesos creativos, lenguajes y experimentos distintos que se tocan. En la música, la palabra está supeditada a la música de una manera distinta por obvias razones. Además, en general es un proceso de mucha colaboración. La poesía se trabaja de manera solitaria. La música me ha dado una agudeza en el sonido y ritmo del poema, y la poesía un juego de imágenes en la música. Y es un buen refresco ir cambiando de “soportes”, como los llaman ahora.
–Llevas años trabajando como librero en Santiago. ¿Cómo ha influido esa experiencia en tu relación con la escritura y la literatura en general?
–20 años cumplí. Influye, influye bastante el tener una biblioteca nutrida de clásicos, novedades y todo tipo de temas a tu disposición. Ojo que tampoco es algo como una biblioteca personal porque al final es trabajo y no poco. Seleccionar catálogos, ingresar libros, atender clientes te deja poco tiempo para leer. Lo interesante es poder tener un lugar privilegiado donde observar cómo se mueve el mundo “cultural”, las modas, las imposturas, los gustos de cada grupo social, las élites y las personas que leen por gusto y no tienen pretensiones. Por ejemplo, la figura del poeta interesa muy poco, salvo que seas Neruda o Mistral.
–A lo largo de tu carrera, has publicado con editoriales independientes. ¿Cómo valoras el trabajo de estas editoriales en la difusión de la poesía contemporánea en Chile?
–Un alto nivel, gracias a ellas pude publicar y leer autores que no conocía. Se está publicando mucho, muchito. Con el tiempo veremos qué pasa.
–La poesía chilena tiene una rica tradición. ¿Cómo ves el panorama actual de la poesía en Chile? ¿Sientes que tu obra dialoga con las nuevas generaciones de poetas?
–Bueno, creo que está muy relacionado con lo anterior, la calidad es bastante irregular. Mucho cacique con taller, donde los cabros salen escribiendo de la misma manera, lecturas similares, películas similares. Esta apertura del conocimiento ha creado influencers y masas que adquieren una identidad a partir de combos culturales preestablecidos. No hay búsqueda, y sí mucha moda. Pareciera algo contradictorio que, a mayor posibilidad de recabar información, más perezosos nos ponemos en la búsqueda de ella, pero eso sucede. Es aburrido ver a una persona y, con solo un vistazo, saber sus lecturas, qué música y cine consume, y es terrible, porque en general sucede. Con los jóvenes me encantaría tener mayor relación, el problema es que no los busco. Mi polola es bastante más joven que yo (Melissa Castillo), que también es poeta, con ella comparto
mis lecturas y es una buena apuntaladora. Hace unas semanas apareció una lectura de Diego Alegría sobre mi libro. Esto se agradece y ojalá sea mayor con el tiempo.
–Tu poesía ha sido descrita como una forma de resistencia ante lo establecido. ¿Cómo concibes el rol de la poesía en tiempos de crisis, tanto a nivel personal como social?
–Bueno, no es una poesía de chapitas y banderas, quizás en el mundo que vivimos eso la transforme en una escritura de resistencia, pero realmente no lo sé.
–¿Qué proyectos tienes en mente para el futuro, tanto en lo literario como en lo musical? ¿Hay alguna nueva idea o colaboración que te entusiasme?
–Con Sebastián Astorga estamos a punto de sacar el cuarto disco con Encontraron su cabeza, eso me tiene contento. Es un disco largo producido por Sebastián, con arte de portada mío. Saldrá prontamente por Moldavia Records. En lo escritural estoy revisando antiguos escritos, pero no he escrito mucho.
–Finalmente, ¿quisiera pedirte, Nicolás, una lista de libros que nos recomiendes leer?
–Te voy a recomendar los que estoy leyendo:
-La vida es simple. La navaja de Occam y la nueva historia de la ciencia y el universo, Johnjoe McFadden, editorial Paidós. Una singular historia de la ciencia que toma los grandes descubrimientos y los va imbricando, tomando la filosofía de Occam como hilo conductor.
-Teoría de la vida, Jakob von Uexküll, editorial Cactus. Una buena reflexión sobre los organismos vivientes posterior a la gran síntesis de Darwin-Mendel.
-No se quebrará la rama, James Wright, editorial Vaso Roto. Muy interesante, un pensamiento afín, grandes poemas de caballos.
-Diario de hospital, Roberto Merino, ediciones UDP. Notable trabajo editorial, pasaron años descifrando los garabatos que Merino escribió mientras estuvo en el hospital a la espera de un trasplante. Mucho humor, estilo, buen documento de época.
Ernesto González Barnert (Temuco, 978). Poeta, cineasta y gestor cultural. Su obra poética ha sido reconocida con el Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia [2023], Premio Pablo Neruda de Poesía Joven [2018], Premio Nacional de Poesía Mejor Obra Inédita [2014], Premio Nacional Eduardo Anguita [2009], Mención Honorífica del Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press [2020] entre otros premios, becas y concursos de índole poético. Licenciado en Cine Documental de la Universidad Academia Humanismo Cristiano y Diplomado en Estética del Cine de la Escuela de Cine de Chile.
Productor Cultural de la Fundación Pablo Neruda. Reside en Santiago de Chile.
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