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PIEDAD BONNETT TIENE LA PALABRA

13 Mirlos

Por Francisco Véjar y María del Rosario Laverde


 

Conversamos con la poeta colombiana Piedad Bonnett antes de que recibiera el Premio Reina Sofía, el mayor reconocimiento a la obra completa de un autor vivo de la poesía en Iberoamérica, el pasado noviembre.

A Bonnett se le identifica desde hace tiempo como una voz actual con un gran manejo del lenguaje y una profunda capacidad de convertir en belleza las experiencias de la vida. Su obra atraviesa una gran variedad de géneros.

Además de poeta, es dramaturga, crítica literaria y novelista. Acaba de publicar en Alfaguara, "La mujer incierta" libro que retoma temas como la memoria, la autobiografía y cuyo centro de irradiación es la mujer. Según Piedad Bonnett: "La que me ha pedido aparecer en estas páginas es la mujer incierta, una que sigue existiendo en mí'. Ahora ella tiene la palabra.

 

¿Qué significa el Premio Reina Sofía 2024 para Piedad Bonnett?

Un reconocimiento que agradezco profundamente, porque muchos poetas iberoamericanos son dignos de él. Y un recorderis de que envejezco, porque es cuando empezamos a envejecer que llegan los grandes premios, esos que nunca soñamos ganar.

 

¿Cómo haces posible mantener la alternancia entre la poesía y la narrativa?

He encontrado que esa “alternancia” –que no lo es estrictamente, porque a veces estoy escribiendo en los dos lenguajes simultáneamente- me da gran satisfacción y llena mi vida de intensidad. Y es que en cada género el proceso creativo es muy diferente. La libertad asociativa del poema es mucho más restringida en la novela; y esta tiene un poder de mostrar mundos y mentes complejos, que no son propios del poema.  Son dos maneras de abordar el lenguaje y la escritura.  

 

Si hay una mención inevitable en tu prolífera prosa, se debe hablar de Lo que no tiene nombre. ¿Cómo se lleva a feliz término un texto tan doloroso?

Teniendo claro, como lo tuve siempre, que no puedes caer en lo lacrimoso, en la autoconmiseración o en lo que no es esencial. Un texto de duelo debe ser honesto, y a la vez contenido y emotivo. Pero, además, escribir distancia, permite la reflexión, la catarsis, y mirar el dolor de frente. Y eso salva.

 

¿Qué tanto del dolor de la historia de Colombia, del estigma de ser colombiano pasa por tu obra?

Algo de nuestro dolor y nuestra violencia hay en algunas de mis novelas –en Siempre fue invierno y en Donde nadie me espere- y en varios de mis poemas.

    ¿Qué te dicen poetas como Blanca Varela, Eliseo Diego, Sylvia Plath o Yannis Ritsos?

Que lo más importante en un poeta es su voz. Es decir, esa manera única de nombrar el mundo que le interesa. De Blanca Varela me gusta su oscuridad y su fuerza; de Eliseo Diego su lirismo y su música; de Sylvia Plath la manera de expresar su dolor o su desadecuación; de Yannis Ritsos su capacidad de hablar del presente a partir del pasado griego. Son cuatro grandes.

 

¿Cuál es tu relación con la poesía chilena?

Tengo una relación entrañable con la poesía chilena. Que empieza en clásicos como Mistral, Neruda, Huidobro, y llega a poetas de hoy como Lihn, Zurita, Hahn o Pedro Lastra.

 

¿Qué está escribiendo hoy Piedad Bonnett?

Acabo de publicar un libro autobiográfico, La mujer incierta, atravesado por el tema del cuerpo, pero que toca otros muchos temas y se pregunta hasta dónde estamos hechos de libertad o de determinismos. Y me dispongo a terminar un libro de poemas titulado irónicamente Los hombres de mi vida.

 

¿Cómo es el viaje de la niña de Amalfi a la célebre poeta de hoy?

Un viaje difícil, con tropezones e incertidumbres, pero con una vocación literaria a toda prueba.



LA RIGIDEZ DEL MURO


Cómo se obstina el muro en su tarea.

Con cuanta coherencia permanece

idéntico a sí mismo,

neutral, indiferente, impenetrable.

El ojo ávido

se estrella como un pájaro

contra su impavidez de vigilante.


Quisiéramos abrirle un agujero.

Quisiéramos vencerlo y que se abriera

a un jardín o a un secreto.


Pero es posible

que sólo sean malezas y basuras

lo que oculta.


Celebremos entonces su silencio.

Y dibujemos

sobre su estéril superficie blanca

lo que nos dé la gana:

nuestro nombre, un poema, una consigna,

un cursi corazón atravesado.

Arañemos su terquedad de viejo

como niños alegres y fluctuantes.


LAS CICATRICES


No hay cicatriz, por brutal que parezca,

que no encierre belleza.

Una historia puntual se cuente en ella,

algún dolor. Pero también su fin.

Las cicatrices, pues, son las costuras

de la memoria,

un remate imperfecto que nos sana

dañándonos. La forma

que el tiempo encuentra

de que nunca olvidemos las heridas.


LA NIEVE


Fue la nieve la que inventó el misterio.

Amelie Nothomb


Otra vez habría que decir

que hay algo de rotunda fantasía en la nieve:

aun en aquella que se hace pozo gris

y sin embargo

vive antes un instante de dura apoteosis.


Y qué decir de la infinita, perturbadora nieve

de las enormes extensiones:


ah, qué fábula de hielo su blancura 


y cómo nos arroba, cómo nos petrifica al borde

de su mudez. Su forma

de atraernos no es dulce como la de los mares

o serena

como la de ese otro mar que es la llanura.


La nieve nos espanta.

Nos acerca con distante fervor a la belleza.

Nos humilla con su luz seca y grave.

Y nos seduce

porque ella fue la que inventó el misterio


—el que en su centro, imperturbable, calla—.


 

Piedad Bonnett nació en Amalfi, Antioquia (Colombia), en 1951. Es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes, en Colombia, donde impartió clase por casi dos décadas. Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño de la Universidad Nacional de Colombia, donde también enseñó durante un largo periodo.

Algunos de sus libros han sido publicados en sellos como Visor (España) con los títulos Explicaciones no pedidas, 2011, y Los habitados, 2017, (Poesía). En Alfaguara (Colombia) con títulos como Lo que no tiene nombre, 2013, y Donde nadie me espere, 2018, (Novela). Con infinidad de reconocimientos en su país, en Latinoamérica y en España, el más reciente e importante es el Premio Reina Sofía 2024.


María del Rosario Laverde (Bogotá, 1971)

Editora de Opinión de la revista CAMBIO de Colombia, coordinadora digital de las revistas de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, ha publicado poemas en portales de América Latina, Estados Unidos y Alemania. Publicó con la Universidad Nacional de Colombia el plaquette de poesía Condición de forastera (2010); y con Editorial Aquelarre (México-Cuernavaca) y Planeta (Colombia-Bogotá) Memoria de jirafa, en 2017 y 2019, respectivamente, una serie de relatos autobiográficos. Premio de periodismo Simón Bolívar 2020.


Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967). poeta, crítico, antólogo y ensayista chileno. Incluido en diversas antologías, tanto en Chile como en el extranjero. Así como ha publicado los siguientes libros de poemas: Música para un álbum personal (1992), Canciones imposibles (1998), País Insomnio (2000) y El emboscado (2003). En 2008, publica La fiesta y la ceniza. Y el 2009, da a conocer su libro de crónicas Los Inesperados, donde escribe sobre la vida y obra de Nicanor Parra, Jorge Teillier y Raúl Ruiz. En 2017, publica en España, Cicatrices y estrellas (Huerga & Fierro Editores). Dos años más tarde, publica la antología Poemas de la realidad secreta, en la Editorial Visor, con selección y prólogo de su autoría. Actualmente, es crítico de poesía de Revista de Libros del diario El Mercurio.




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